“La desaparición, la muerte, el dolor, la enfermedad, el maltrato y el abuso infantil….”

El miedo en su esencia se aloja en nuestro instinto de supervivencia y es básico para la misma. Los miedos adquiridos por contra añaden a dicha base instintiva componentes sociales aprendidos de forma consciente e inconsciente ocasionándonos en algunas ocasiones problemas de conducta y de orden emocional. El  libro, la película de «it», así como su remake de edición más reciente, aborda el miedo infantil de una forma tan magistral que obviamente lo traslada, lo empatiza y lo fusiona con el nuestro. Con los del adulto. El relato nos sumerge en las formas e imágenes más irreales e  imaginadas que conforman el miedo. Les pone cara y eso asusta;  y retroalimenta de nuevo al propio miedo que llevamos dentro. Pero lo que realmente inquieta y nunca deberíamos perder de vista es que ese miedo construido con las formas más fantasiosas que nos podamos imaginar, se alimenta principalmente de una realidad que en muchas ocasiones supera a la propia ficción.  Y eso si que da miedo.

 La desaparición, la muerte, el dolor, la enfermedad, el maltrato y el abuso infantil, temas que trata de forma directa «it» conviven de forma directa e indirecta con nosotros, y eso,  como es de esperar, aterra además de justificar el miedo o esa clase de miedo a priori no patológico del cual estoy hablando hasta el momento. Pero esta adscripción del miedo justificado puede en muchas ocasiones engordar y alterar nuestras franjas de tolerancia en términos de pensamiento, ansiedad y malestar psicológico, haciendo que lo terrorífico se convierta en un problema de orden psicológico. Esas ventanas de tolerancia en las cuales controlamos nuestra conducta emocional son muy frágiles e  «it» ese convierte, ante mis ojos,  en un fantástico ejemplo de superación emocional de la persona para mantener a raya dicha franja de tolerancia. La vulnerabilidad individual que presentan los personajes queda maquillada por el poder grupal o red de apoyo en el cual se encuentran inmersos, haciendo que los miedos más profundos que describen cada uno de ellos, miedos basados en la experiencia y en la  realidad que viven, queden fortalecidos en términos de lucha y confrontación hacia ellos. Esta es la clave. El miedo es superado por la falta del mismo. Y es combatido trasladando dicho sentimiento emocional a la parte oscura, es decir al propio miedo. Si eso que temo, que me horroriza y que me puede incluso matar me tiene miedo a mi lo habré vencido.  Dicha afirmación se convierte en un claro alegato a la superación ante las adversidades fatales del cual deberíamos tomar nota todos y cada uno de nosotros no solo a título individual sino como sociedad en conjunto. De buen seguro, dicha actitud rebajaría de forma ostensible la no superación de nuestros temores y  los posibles problemas que conlleva para un persona el miedo no superado o patológico. Por cierto, recomiendo encarecidamente leer y/o visionar “it”; un relato de niños para un público adulto.