En el 2015 existían 2642 escuelas de infantil y primaria de carácter público en toda Catalunya y otras 1354 de privadas (Idescat). En relación a las primeras, las públicas,  la existencia  de unidades de salud mental de carácter multimodal exclusivas de cada centro es Cero. Es decir, no existen. Claro está que dicha carencia es suplantada desde hace muchísimos años por el CSMIJ ( Centros de Salud Mental Infanto-Juvenil ), entidades externas pertenecientes a la Fundación Orienta adjuntas al sistema CatSalut. No seré yo quien critique la labor de los profesionales de dichas instituciones, al contrario, soy precisamente yo quién elogia el trabajo y la enorme complejidad que implica que un puñado de profesionales de la salud mental ( psicólogos, psiquiatras, agentes sociales, etc..) puedan hacerse cargo y sean referente de una gran cantidad de centros escolares, alumnos y familias que demandan atención. Cuando describo un puñado, me refiero a eso,  a un pequeño grupo de profesionales en relación a una gran masa de población. Por ejemplo, para la ciudad de El Prat, municipio en le que resido, y según datos de la página web de Orienta (CSMIJ El Prat) existen 4 psiquiatras, 2 psicólogos clínicos, 1 trabajador social y 1 enfermero, además de 1 jefe de servicio y 1 persona adicional para tareas de atención y administración. Esta unidad de trabajo no está nada mal sino fuera porque el equipo debe hacerse cargo de 16 centros escolares, lo cual implica a casi 2000 alumnos, así como sus familias, sin contar a los profesores…. hagan cuentas.  Claro, quién esté leyendo tal reflexión pudiera contestar que ya existen centros especializados para infantes con problemas graves o  más graves. Es cierto y eso es así. Pero dicha afirmación implica determinar quién debe o no formar parte de las unidades de educación especial, correspondiendo una parte principal en dicha decisión al mismo  equipo que atiende a esas miles de personas por un lado, y por otro  implica también definir en términos de normalidad mental y física quién es normal y quien no lo es.  Y aquí topamos con el concepto clave y de moda, desde hace ya varios años, llamado Inclusividad, un concepto que vuelve a cargar en términos de salud mental sobre los mismos equipos municipales de referencia encargados de evaluar, diagnosticar y determinar síntomas y/o entidades psicopatológicas para que el resto de profesionales de la educación echen el resto. Casi nada. Llegados a este punto debo recalcar que lo que se juzga aquí es la escasez y ridiculez de los medios y no la profesionalidad de aquellas unidades que se encuentran en el terreno de juego. Vaya esto por delante. La inclusividad necesita para ser efectiva de un cambio de paradigma entre todos aquellos agentes en los que ésta se  encuentra inmersa. Y sencillamente, esto ahora , a día de hoy está a años luz de ser conseguido. Al parecer, de ella solo conocemos la semántica y los distintos significados de aporte teórico, pero en ningún caso percibimos y saboreamos su aplicación y ni mucho  menos sus resultados. La inclusividad necesita de recursos, de medios, de profesionales, de una gestión administrativa y curricular absolutamente distinta e incluso opuestas  a las formas hoy conocidas, de contextos y espacios educacionales al uso, de equipos multimodales de salud mental en cada centro, y de un largo etc..   ¿ Por qué un infante debe desarrollar sus potencialidades en un centro especial ? ¿ Por qué debemos de privar a un niño en su desarrollo de la diversidad funcional y/o psíquica de otro y viceversa ?.  La semántica y el significado de los conceptos no tienen su correspondencia con la realidad, pero al parecer esto obedece a una especie de establishment de la normalidad que solo ponemos en duda cuando somos nosotros mismos los afectados y catalogados como no normales. Inclusividad y diversidad van de la mano y para observase efectivos necesitan de apoyo institucional, social

y profesional.  No podemos permitirnos como sociedad que no existan tantos apoyos educativos especiales en las aulas como alumno/s lo requieran en pro del desarrollo y bienestar de todos estos en diversidad,  como tampoco podemos permitirnos no recibir una orientación psicológica que implique la evaluación, el tratamiento, la prevención, el trabajo social y familiar así como  la coordinación con otros agentes en red , como un bien o como un algo naturalizado en todos los centros de educación infantil y también juvenil de Catalunya. ¿ Cómo si no se puede llevar a cabo una inclusión y una asimilación de lo que implica la diversidad funcional e intelectual sino se sientan las bases desde los primeros estadios educacionales ?

   Empecé el escrito advirtiendo del ratio de profesionales de la salud mental en la población de El Prat, ya que como psicólogo que soy es el funcionamiento que mejor conozco, y no me gustaría acabarlo sin arrojar otro dato cuantitativo de lo que significaría sólo en términos de mínimos contar con equipos de salud mental en cada uno de los colegios ( sólo públicos) de  infantil y primaria en Catalunya, aspecto éste que a mi juicio se hace indispensable, junto a la incorporación de otros agentes educativos, a la hora poner en marcha la semántica de la inclusividad aquí tratada.  Si cada centro contara con equipos multimodales ( como así sucede en la mayor parte de países europeos) formados por 1 psicólogo/a clínico, 2 educadores sociales y 2 psicopedagogos/as a los que deberíamos de sumar 1 psiquiatra + 1 enfermero/a por cada 3 centros estaríamos hablando de  14971 ( 13210 +1761) contrataciones nuevas en pro del bienestar común de nuestros hijos y de nosotros mismos como sociedad. Aquí  además habría que añadir todos aquellos profesionales (tantos como sean necesarios) para educar y potencializar las capacidades de los infantes en diversidad. Es decir a todos.  Hablamos de profesionales focalizados en TEA, TDHA, Trastornos de alimentación,  Trastornos del  lenguaje y la comunicación, etc.. ,vuelvo a repetir: Tantos como sean necesarios.  Además habría que replantearse los espacios físicos diferenciadores, las actividades, la tipología de enseñanza, los materiales, etc.. e incluso, para que el lector me entienda, la existencia de las escuelas especiales o  por lo menos su replanteamiento a día de hoy  totalmente exclusivo.

¿Estamos o no estamos lejos de la inclusión y  la diversidad en la educación infantil ?. No es que estemos alejados, es que a día de hoy casi ni llegamos a comprender lo que significaría la implementación de dicha semántica.

 Quizás es que formamos parte del establishment de la normalidad y dicho acomodamiento inconsciente no nos hace ver más allá.